1 dic 2013

MADRE


Madre,
no hay lágrima amarga
que por mí no hayas llorado…
No hay hora de sueño mal soñado
que mi inmadurez
no haya recaudado de tu calma.

Y hoy, lejos de esas caricias matinales
extraño tus palabras acertadas
de santa, de sencilla, de docta: de madre;
suspiro esas palabra
que mi inquietud no quiso escuchar.

Madre amada
extraño tus caricias,
tu regazo
tu voz angelical
y esa manera tan dulce
que me llevó a ser el hombre que ahora soy.