No fue el azar,
es a costa de quererte
que nuevamente he vuelto
a enrolarme en tu camino.
No llames casualidad
a este desafío,
al cúmulo vivido
que de repente agolpa
el sueño de tenerte…
Al pánico que turba este sosiego,
llámalo exaltación inmiscuida,
por el miedo y el deseo de tenerte,
pura y virginal, tal como eres,
me grita que tan solo soy humano.
Después de tantos años transitados
y de haber corrido agua bajo el puente,
hoy vuelven mis latidos a sentirse
súbitamente inquietos por tu risa…
Y dejo que mis añosas manos
recorran toscamente
y de repente,