Si me preguntaran cómo fue mi padre, les diría sin dudarlo que es alguien que me lo dio todo. Mi ser íntegro se lo debo a él. Por eso mis latidos resumen mi sentir en estos versos cincelados con mis latidos:
Padre, tú tienes la mirada transparente
en ti puedo mirarme cuando quiero
y saber lo que me espera en la vida,
puedo sentir en mi alma y mis latidos
lo que tu vida misma experimenta.
Soy feliz y alegra mi presencia
el solo recordarte,
porque fuiste capaz cuando era niño
de darme los secretos de la vida
a través de la simpleza de tus ojos,
por medio del ejemplo cotidiano
de tu incansable existencia.
Gracias por la grandeza que me has dado
por cada instante grato regalado,
por toda la virtud que anidaste
en esta palpitar que hoy te canta…
¡Feliz día padre mío… tú sabes que te amo tanto!
