Toco tu piel
a muchas a horas luz
a muchas millas de distancia
de mis pupilas extasiadas
y oigo tus suspiros incesantes
que me llevan así hasta tu cielo,
nuestro cielo,
hasta el lugar bendito de tu vientre
en el que nos fundimos tú y yo
en el suave lenguaje de mis manos…
en el suave lenguaje de mis manos…
Cógito ergo sum...
el resto no existe.