16 mar 2016

PESADUMBRE


Ya no oyen tu risa mis pupilas
y sin tu voz ensordecen mis silentes manos  
tengo huérfanas mis noches sin tu aurora,
ya la penumbra apacigua esta condena.

Tu luz ausente oscureció mi senda
y me quedé varado en mí mismo
negándole a mi olvido tus recuerdos
que poblaron mi ayer de paz y dicha.

Pero aún resuena tu mirada
en mis tímpanos que adoran tu voz
mientras me calzo una sonrisa,

para no llorar al verme solo
en este infinito laberinto
hasta que tornes tú y todo calme.