3 dic 2012

K-YZO


Añoro una vez más aquella tarde
cuando amparados tú y yo
por el silencio de tus besos,
invadí la brisa jadeante del recato;
y quise ensamblarme quedamente
en el rincón divino que no es mío
pero pudo pertenecerme eternamente.

Y desde entonces
solo me queda el silencio,
mirando tu alegría en otros brazos
y cómo soy sin ti,
cómo es que muero…