Añoro una vez más aquella tarde
cuando amparados tú y yopor el silencio de tus besos,
invadí la brisa jadeante del recato;
y quise ensamblarme quedamente
en el rincón divino que no es mío
pero pudo pertenecerme eternamente.
Y desde entonces
solo me queda el silencio,mirando tu alegría en otros brazos
y cómo soy sin ti,
cómo es que muero…