5 jun 2014

ADÁN

                   
                                           No hay Evas en mi soñar...

El dolor apostado en mi regazo
desplazó la hirsuta alegría
que heredé de algún sufrir insoportable,
y se fue esfumando mi sonrisa…

Desperté,
el universo infinito había girado,
ya no era el mismo de mi ayer:
ignoraba el rumbo de mi andanza,
desconocía los caminos ya andados,
recién bautizaba los signos aparentes
con nomines insólitos extirpados de un latido.

Inesperadamente
me sentí dueño de todo y de nada al mismo tiempo,
fui un Adán febril
expulsado de su edén que no fue suyo,
acicalando una mueca escabrosa
para no sucumbir en el intento
de coronar la cima de sus sueños,
y asirse a una risa delirada en cierta calma.

Y soñó que era real
para morir en paz.