5 ago 2014

RÁFAGAS


       Hay holocaustos que no nos han enseñado nada...

Siento que esta noche
destila una honda pena,
tocan tu angustia las yemas de mis dedos
y me acongoja que te duelan tanto
los muertos inocentes
de tu ciudad derruida,
polvo al polvo.

El insomnio aterrador y mutilante 
de los caídos en esta incursión fratricida
me roba el sueño y la calma,
cabizbajo cruzo el mundo
esperando no una tregua
sino que prime la razón y no el odio,
que el amor venza a la muerte
y no la ambición del que más tiene,
que la paz colme tus calles
y no el deseo belicista del armero,
que el amor pueble tus lares
y no la maquinal mueca de la muerte
ni el suspiro de este luto.

No quiero llorar tu pena,
pero no puedo no callar este silencio:
ya es hora hermanos de la Tierra
que elevemos nuestra voz
(que querrán acallar los titiriteros
y seguramente encabezará tu nombre
el libro de los más buscados),
pero mi voz, nuestra solidaria voz
exhorta y la rectitud exige:
¡Alto al fuego asolador…!
Yo también le pido a Dios
que esta guerra no me sea indiferente.