Siento tu risa en mis oídos,
y el tiempo me regresa a nuestro ayer.
Soy feliz caminando a tu lado,
¡cómo recuerdo esos momentos idos!
Uníamos las manos al andar,
y nuestros sueños, fundíanse al soñar,
nuestras miradas y latidos
nos invitaban a menudo a amarnos...
Siempre reías como diosa,
y yo me dejaba atrapar
por esa ternura melodiosa.
¿Y qué fue de esa dicha prodigiosa?
Simplemente, me queda recordar,
mujer de mi edén, mi amor, mi diosa.