Tú, yo, la noche estrellada, musita emociones a tu oído mientras una nostalgia besa tu cuello y mis falibles dedos recorren tus poros, buscando tu dicha, que es mía.
La oscuridad gobierna la noche, y mis caricias, sedientas de tu piel, pueblan tu cuerpo infinito con los halagos nacidos de mi alma, que se posan, silentes, en tu pecho.
Mientras fenezco en un espasmo que me transporta hasta tu cielo, etérea madreselva que adoro, revivo en ti la vida; soy de tu alma.
Hay latidos en el alma, que buscan cantarle a la vida a través del grito poético; estos versos libres esperan llegar al alma, porque es de ahí de donde fluyen. Y a pesar de su simpleza estructural y estilística esperan llegar a tus sentidos. Estos versos de la emoción nacen como gratitud y eterna contemplación a mi amada esposa....