Esta compilación no es ningún
ejercicio literario, es la voz interior de alguien que se ha valido de este
recurso, para dibujarnos con palabras bien logradas, lo que acontece en los
lugares sigilosos de su alma.
Cada metáfora parece cincelada con
la precisión de un vate experimentado y en cada poema hay un afán metafísico
que en esta propuesta poética se cristaliza estentóreamente con voces y formas
propias, un afán inmenso por decir a tiempo la palabra oportuna que se acomode
a su sentir y a sus latidos. Para esto se aleja intencionalmente de la
convencionalidad ortográfica y hasta lexical. Su transgresión de los signos de
puntuación y de la sintaxis poética con intencionalidad delirante que culmina
en la evocación de metáforas constituidas con versos tan simples que dejan de
comunicar lo que comúnmente podemos entender los simples mortales.
Hay un claro dominio lexical en la
construcción de las imágenes que cada poema evocan.
El empleo de la antítesis que
evocan choques lógicos entre vida y muerte, pero en el corpus lírico propuesto
se viste de otro ropaje, el del misterio, de la tregua al dolor, de la
esperanza; porque el poeta que nos regala el misticismo apócrifo de estos
versos, recién está en la flor de la juventud, pero su visión despabilada de las
ataduras coyunturales, le permite intuir lo que para los que ya hemos vivido
mucho más es evidente y hasta curioso.
En varios poemas encontramos el
empleo magistral de sinestesias que trastocan los sentidos al punto de provocar
ebulliciones sensoriales a raudales, cual torrente de agua viva.
Frente a ti, querido lector
serpentea pura y lozana una poesía cargada de sensaciones infinitas…
Amado Muñoz Cuchca
NO ES SOLO LA LUZ
I
Ahora que es día y no me acostumbro
a la hégira de la noche
mis ojos cavernícolas se agotan
añorando la calma forjada con el polvo
a mis espaldas.
Un poco en burla,
mi destino expectante se ríe
del estatismo de esclavo liberto
sin rumbo frente al mar de senderos
que seducen e incitan a la gloria
que no exhiben.
Es la hora de las cadenas,
de las llagas masoquistas
y el deja vu consciente
que suplica la libertad
cuando no existe…
¿A quién reprocharle?
¿A mi abuela violada junto al río
o al barro cómplice
de un placer prohibido?
¿Al desamor de mis padres?
¿A los sueños muertos
prematuros
no nacidos?
A Adán, por maldecir a la mujer
primera
y preferir a la india sumisa sin nombre
ni Eva:
Semilla original de esta agonía
sin pecado y tregua.
¿Cuánto hago lo que quiero?
¿Cuánto soy lo que creo?
¿Cuánto creer
que puedo decidir lo que veo?
No es solo la luz
son también los colores tras los ojos.
II
Es lunes,
el bochorno de la misa se esfuma
como incienso entre archivos de oficina.
el bochorno de la misa se esfuma
como incienso entre archivos de oficina.
Es lunes,
perdura en las manos agotadas
el anhelo húmedo del fin de semana;
perdura en las manos agotadas
el anhelo húmedo del fin de semana;
es lunes
y vuelvo semidormido
a la fauna de mis sueños
de sábado:
y vuelvo semidormido
a la fauna de mis sueños
de sábado:
es infinitas veces lunes
e infinitos archivos
e infinitos mundos extraviados
en una selva abierta sin salida.
e infinitos archivos
e infinitos mundos extraviados
en una selva abierta sin salida.
Ha pasado el domingo
y hoy es lunes,
Dios tendrá que esperar-
y hoy es lunes,
Dios tendrá que esperar-
porque
le gusta esperar-
le gusta esperar-
mientras tanto,
hoy no deja de ser lunes
no termino de ser hombre;
tampoco lo haré el próximo lunes
ni el próximo
ni Él ni yo dejaremos
de ser un martes;
y sin embargo,
hoy es como nunca lunes.
III
Instantes de receso,
cortes comerciales: advertencias contraindicaciones
Instantes de subtítulo
Instantes detrás de cámara
Instantes sin historia sin recuerdo ni memoria
Instantes sin cuestiones
presagio de Instantes sin respuesta
si entre pregunta y respuesta
no deja de existir un instante
sin pena
ni dolor
ni tristeza
Instante en automático
Instantes de nada y de todo
Instantes de corte de uña
de bostezo, de estornudo, de pedo
300 Instantes tras los instantes del despertador
Instantes congelados en la pantalla del ordenador.
Instantes de corredizo
Instantes de espera en la cola del banco
si es que los instantes de espera
no son siempre los mismos.
Instantes naturales
Instantes cavernícolas
aunque las fieras no nos permitan más Instantes
Instantes
sin perversión
Sin rebeldía
ni depresión
Instantes desbordados del léxico
Instantes de otra lengua
Instantes que no debieran ser Instantes
que nos demuestran el tiempo
en Instantes posteriores de razón
Instantes de ensayo y camerino
Instantes sin gloria ni drama:
Instantes de modernidad
sin reserva ni extra en la escena final.
Instantes de corredizo
Instantes de espera en la cola del banco
si es que los instantes de espera
no son siempre los mismos.
IV
El preludio agónico se acerca
con su soledad de noches
sin sonrisa matinal,
con su soledad de noches
sin sonrisa matinal,
en los últimos gemidos
sin remedio la ilusión
se echa de menos agazapada
entre la niebla que abandona
la tarde resignada
a la muerte de los sueños.
¿Hay un espacio incierto?
¿Un motivo que deje sin razón
el llanto lógico?
¿Una lágrima que despierte
de la caída estrepitosa
de esta suerte eterna
sin sentido?
La busco
y es cierto que se asoma:
natural y abstracta,
dispuesta al ofertorio
de su sangre virgen
que llenará de júbilo
mi mañana.
Hasta que llegue esta noche.
y es cierto que se asoma:
natural y abstracta,
dispuesta al ofertorio
de su sangre virgen
que llenará de júbilo
mi mañana.
Hasta que llegue esta noche.
V
¿Por qué habría de llorar por ellos?
¿Por qué habría de sufrir su llanto?
¿Por qué en cada paso que no viva mi muerte
tendría que morir su vida inerte?
De nada sirve amor,
y a la vida absurda no hemos de responderle
su vacuidad rebelde;
y aunque empuje y clame
desahuciada en su cáncer,
las puertas de la fiesta cerrarán,
y me amarás y te amaré
y soñaremos un mundo [nuestro]
alejado del tiempo:
no contarás tus penas
no te hablaré mi dolor
y en cada beso que muera
padeceremos la fugacidad del amor
y me olvidarás mañana
y no te recordaré yo...
¿Por qué habría de llorar tus besos?
¿Por qué habría de extrañar tu canto?
¿Por qué cada segundo sin verte
tendría una vez más que sufrir,
perderte?
VI
Tal vez ya sea hora;
Sea la de afinar la soledad
Sea la de creer en los ojos
Sea la de atender el grito
En el silencio endémico de sus rostros
Quizá sea tiempo ya, de asesinar,
Sea a la vana contemplación
Sea a la exclusividad de la muerte
Sea a la perversión de saco y archivo
Ante la que no pasan las horas
Indemne al padecer de los sentidos.
Pueda que sea ya, necesario creer
Sea en las ambiguas buenas intenciones
Sea en las luchas sin causa por sin gloria
Sea en el rezo acostumbrado de los pobres
De sueños con dioses que piden limosnas.
Quién sabe si sea ya hora de hacer,
No sea que nos pasen las modas
No sea que cedamos a la suerte
No sea que envejezcamos amanecidos
en la costumbre:
conformes esperando a la muerte.
Sea la hora de crecer.
Sea la hora.
VII
La esperanza debió ser una virtud algún tiempo; lo dudo, pero no lo niego.
Esperanza la de aguardar en la cola del pan el hambre interminablemente insatisfecho.
Esperanza de que antes de la noche habrá de orear las sábanas al viento.
Esperanza en que mañana se recordará el hoy como un ayer de fe que haga creer la posibilidad de ahora o más tarde.
Esperanza como demostración del tiempo; madre del cambio o viceversa.
De embarazo,
de llanto,
de escuela,
de amores,
de sexo,
de resignación o trascendencia;
esperanza libre de muerte.
Debió haber esperanza con rasgos de virtud y esta con rasgos de otra cosa.
Sabe si todo es necesariamente circular y cerrado.
Hoy por hoy nos queda la espera, casi esperanza (no sé lo que haya sido; me figuro algo más que espera).
Espera de un clic, de un me gusta, de un quién sabe, de una duda sin respuesta. Esperar: no el esperar del diccionario, transitivo y huérfano de objeto. Este esperar prolongado a siempre; o sea, un poco al todo, y como nunca todo, más que todo a nada. Hasta la espera tiene espacio en esta espera ¿inusitada?
Espera de condiciones. Espera de salvadores. Espera de revoluciones.
Mientras tanto mato este instante que no sabe esperar y hasta a la muerte espera.
VIII
Los trenes murieron por antonomasia
sus lejanos arrastres fueron símbolo
de una agonía por identidad originaria
Los diarios callan, como deben
– consecuentes-
Porque bastan y devastan
Tras la boca de la gente
¿Habrase visto acaso
procesión mayor en años?
Vienen como potros los deudos
desafiando los surcos decadentes
que el espacio procura contener
a la sombra de las lápidas
más crueles mientras más éter respiran
La histeria corre sobre ruedas
de dos tres
y cuarenta y ocho calibres
amenazan con luz roja la locura:
La rebeldía
La ciudad es un cementerio vivo
de perversión justificada:
de trenes y razones
ha muerto
por antonomasia
porque todo lo que transporta separa
(Léase sin de corazón)
IX
Y yo sonreiré
cuando vuelvan los amigos anónimos
con canas hendidas al cansancio
y sacudan los rincones del destiempo
Yo sonreiré
cuando partas y obligues el llanto
o me recuerdes cercano al olvido
y me busques y no halles y no sepas
Yo sonreiré
cuando muera el mundo ante mis ojos
y las batallas valgan aún libradas
el precio que perdimos por desgana
Yo sonreiré
cuando los sueños de la noche una mañana
se inmolen sin razón ni permiso
y se extrañen quizá por compromiso
yo sonreiré
cuando caiga mi suerte una tercera
al mar cansado de esta pena
Y se endulce a tragos con mi llanto
Yo sonreiré
X
No me extrañes al sentir la brisa
de llanto agotada en tu mandíbula
que aún el mar no es lejano
No me extrañes a la hora de la siesta
de amor cansado en su monocromía
que el sufrimiento nunca es tanto
Extráñame a la hora del silencio
en el velorio de oscuras palabras:
escupitajos de mi voz sin muerte
Extráñame en el viento y en el fuego,
en los segundos llorados con el tiempo
extráñame por sobre todo en invierno
En la estación sin tren
En el adiós sin partida;
entre la gente extraña que espera
la redención de un amor ausente
Y en el regreso,
sobre todo;
extráñame en los besos maduros
que han de morir sin verte
Échame de menos
hasta que se agote mi suerte.
XI
Si hacen falta palabras
desnúdate en mi boca y calla
si hacen falta mañanas
extírpate los ojos
cúbrete la noche en llanto
quiébrate la lengua
sin ruido
rásgate el cutis
hasta oír el aroma
noticioso de este silencio
que revela el grito
comunicante
de la aurora
XII
Y a mitad del abismo
siento el polvo profético
de una carga que mi espalda presiente
y se niega a padecer;
mientras la cuesta se asoma,
mi fútil ser
se desploma en su miseria
y se reclama el saber...
a un suspiro de la roca
las pasiones me dan su espalda
abyecta y se escucha apenas
sus risas ya lejanas;
a esta hora en que miro
mi “yo” pronto enajenado,
a esta hora en que siento
el peso de una carga caída
dolorosa aún más,
a esta hora de mi muerte
alistada a la resurrección
eterna
no lo soy...
XIII
Esta es o debiera
pero no es la hora
tiempo de la lágrima sin llanto
del tiempo de la huella sin rastro
Esta es sin duda o debiera ser la hora del verso
se vislumbra
la fotografía espacial del poema perenne
la antesala a la trascendencia
la ruptura con la historia
Hora de la gran obra
tiempo de resucitar a la muerte:
Se aprecia,
Las letras laceran la garganta
La exageración no halla arte
el sentimiento destruye la lengua
modifica el léxico
y logra superar la fuerza
que solo comunica el silencio
tornar
es hora de la circunstancia
aquella que espero hace meses
que se han hecho años
Es tiempo
de que pase, que pase…
XIV
Te miro sucesivamente
sin tregua intermedia de párpados
te miro mientras cuestionas
desconcertada la presión de mi mirada
Te conozco una y otra vez
hasta reconocerte sin besos
hasta marearme en tu sonrisa fotográfica
Te hablo sin cuidado ni lengua
en el gozo por la hecatombe
de abecedarios y letras
Y más lejanas palabras
te hablo a un segundo de la nada…
Te busco insondable
en la negrura agonizante de esta noche
Te busco en el preludio matinal
de pronóstico sin tarde
Te quiero sin respuesta ni prórroga
inaugural y bienvenida
en la sorpresa consternada,
entre el sismo mortal
Te quiero
Te beso,
y el tiempo se agota en tu boca,
y olvido que te he mirado, reconocido,
buscado, hablado y querido…
Y sin embargo,
tan naturalmente y sin verte,
te reconozco y te encuentro
y más que te hablo,
Y mucho más: te quiero.
XV
Tristeza sin lágrima
nostalgia sin huella
ansiedad innatural
suicida mortandad
Éxodo de risas
huelga de primaveras
Au revoir Monsieur Monet
velkommen Mr. Munch
Again otra vez
fracasaron las lenguas
dónde quedó el silencio
austral
de la merienda
La acaparó mamá
naturaleza muerta
Nos acompaña la mañana
la garúa
su mediocridad
augurio de calma
Pena sin morada
sin estación ni anhelo
sin riel sin tren
tan solo
.
.
.
miedo.
XVI
Curioso oficio aquel
de
segarse a la muerte
de
atragantarse a sorbos
con ríos de llanto que
descienden entre truenos y sepulcros
¿Maldición u ofrenda?
Digerir la carne inerte
con el pico
Alimentarse la vida del devenir:
tornarlo ciclo
¿Qué negrura habrá
mayor que la del mártir necesario?
¿Qué heroísmo excelso
superará el sacerdocio
en la institución de la carne?
¿Quién extinguirá
a tientas las formas
aguardando a que renazcan?
Ellos,
Mr. Poe
Ellos
XVII
La única imparcialidad que conozco
es aquella neutralidad fílmica
u ortográfica que me permite
un plano general largo
desde los cerros empotrados
en un cielo de ángeles implumes
soy dueño de un voluntario
prejuicio por seducir al lente
con el aliento sin nombre putrefacto
que despierta lágrimas animadas
destruyendo su afán por rostros
sin prisa ni jadeo
aquí donde el mar es mar
donde el cielo es tierra
no cabe el pesimismo paupérrimo,
la alienación se inmuniza de realidad
procreando la utopía
el flash barre como pensamiento
hacia la ciudad dormida en su caos
de justicia
condenen
(el perdón tendrá su historia)
pero el opio a esta altura aviva
dios duerme abajo junto al exceso
y aquí nos arden sus sobras
su consuelo ya no abriga
la fe es una incansable agonía
podría ser imparcial
pero en la sima a uno le nace
la tentación de poder
invertir con un disparo el día
de atropellar la ciudad
de remediar la herida
XVIII
Declaro la extranjería de tu boca
propia lengua
propia patria
propia raza
Declaro la indiferencia
entre el llanto y la lluvia
de mar que ha labrado los acordes
que hoy celebran nuestro canto:
no hay destino
no hay senderos
pero que magnas casualidades
hicieron que tus pasos
coincidieran con el afán universal
de las estrellas
madres de sueños, de guerras y miserias
qué suerte la de mi prisa cósmica
de fallecer en la calma de la esquina
y conjugar sin guion un encuentro improvisado
Amor a priori
parlo el dialecto de mi madre
tú comprendes
fluyo a tus labios como al río
cuando niño
Beso tus besos
con la turbación de escuela
Declaro que has llegado extranjera
sabido a la hora
nacer de entre cien generaciones
En mi tiempo y bilingüe
Que de no nacer hoy
preferiría haberme conocido,
contigo
XIX
Translucida,
la luna se agota sobre su mejilla
germinando el lucero claro de tu boca
que insemina el pistilo de la noche
y se conjuga con la espuma que se embriaga:
Levanta incesante la niebla adormecida
espantando a las brujas que planean
inquietando:
engullen la alegría
que se escapa entre las hojas;
duermen su color
camufladas en tu piel: sin sangre, sin vida;
cierra los ojos.
Se tapa el rostro con el velo
envejecido... de tul que no respira;
mientras la ciudad hambrienta
exhala sus últimos gramos de luz.
XX
Yo no sé a dónde conducen las palabras
a veces me imagino en silencio
y me invade el placer masturbatorio
de contemplar mis emociones
procreando una distancia hacia el vacío
trepidar es naturalmente un efecto
recordatorio de la noche incomunicada,
como si la alienación carcelaria del lápiz
sucumbiera a su inanidad estática y accesoria
me parece muchas veces
que la ambigüedad estrafalaria es de unos pocos;
que en el mayor de los casos es convenio:
paradoja de siempre
pues la arbitrariedad me cuesta un sueldo
supeditado al garabato de mi nombre
irreconocible en cada cana de presagio
Yo no sé de mi obsesión
por advertirme con palabras
basta detener el beso para saberlo;
no sé del descaro que cubren sus bragas
asoma el silencio,
la soledad de mercado
la alegría abyecta de los cerros
la noche acomplejada por la luna
Oigo,
(Más bien reconozco)
el anuncio inagotable de la muerte,
más etcétera,
cubro su ser mientras me observa en burla
obligado a una orgía con el destino egocéntrico:
mis rebeldías premeditadas
el orgasmo se declara latente.
XXI
Resulta que a veces los sueños pesan…
Uno se acostumbra a ser buen hombre:
a nacer casi primogénito,
se habitúa a tener hambre, a llorar,
a esperar que el seno firme
invada la boca y esfume el miedo.
Nos cansamos de lactar,
el pecho se agota envejecido
(Démosle la bienvenida
al
asco )
Entonces surge el sueño de ser grande,
el destete duele por egocentrismo;
dos días después ya ni se extraña:
la madre adquiere ecos lejanos
Uno conoce el olvido.
Te despiertan temprano,
acudes a la escuela;
te ilusionas de la razón,
confías en los viajes imaginarios
con aventuras,
Superhombres,
dioses,
justicias,
y más y más
el amor
Uno se enamora:
es feliz un instante,
agoniza tres cruces
antes de volver a ser
feliz y agonizar
nuevamente
Uno aprende a trabajar
a decir sí señor,
a soñar el fin de mes
el año uno,
el año dos,
…
Entonces el remordimiento
surge más fuerte que nunca:
¿qué he hecho con mi vida?
-Mejor ni pensar-
Entonces uno deja de soñar;
por supuesto,
Dejémoslo para más adelante
Uno se reproduce,
vive sin lamento
la muerte de la voluntad,
cede al destino y envejece
Resulta que al anochecer
lo más difícil es el desenlace;
los intentos frustrados se aferran
a perseguir un final que sin feliz
no es bueno
Entonces uno,
acostumbrado a esta altura
a no cargar lo innecesario
muere mediocremente (… )
XXII
En el patio ¿Sí?
No entremos a la frialdad de tu noche.
No dejes que las paredes
me escupan tu pasado lúgubre
escondido en la mirada que se cansa
en su muerte oleada.
Mira que aquí las flores se resisten
y el ocaso es un poco día.
Hay viento, hay vivos cabellos
¡Mira!
¿No es acaso la alegría?
¡Quedémonos!
Hastiados por la ceguera celeste y
por ese mar que no entendemos,
que la escueta certeza
del techo no persuada
Entre las dalias,
que mañana morirán menos absurdas
sin su reflejo olvidado en tus pupilas,
¡Quedémonos !
se hace noche:
quiero celebrar esta agonía.
XXIII
Ella la observa, la acaricia, la cercena: omnipotente ante el aroma del llanto que se aúna al halo de su risa.
Ella vive el paralelismo de sus vidas, la muerte de colores, el sacrificio de hermosura, el constante tintineo contra el tiempo.
Ellas se hallan, se entrelazan, se confunden y existen contingentes y necesarias en perfecta contradicción armónica. Agonizan de la mano: mujer y flor.
Ella la mira reposar, destellar, absorber delirio y alucinación menguante; disfruta su ignorante calma, su apócrifa tregua, el vasto sendero a la inanidad glorificada.
La seduce, la acaricia, la besa a un instante del sacrificio orgásmico; se incorpora al goce de sus dedos bajo la sombra de pistilos dilatados. Suelta tranquilamente los pétalos y se rinde a la confusión corporal. Su desnudez se arma de ella, se impregna de ella, se encarna en ella, la penetra, la fecunda, la habita:
flor se apodera discretamente de ella.
XXIV
No todo, pero todo:
No es poesía
el vocablo forzado que escupe
el poeta
el vocablo forzado que escupe
el poeta
No el estruendo fálico
tenebroso que desflora el vacío
tenebroso que desflora el vacío
no lo es
el color de la primavera
ni el masoquista relato
de un verano en tinieblas
el color de la primavera
ni el masoquista relato
de un verano en tinieblas
ni la noche,
ni la luna,
ni la mar
prostituidas
eso no…
prostituidas
eso no…
poesía lo que produces:
tu curiosa manera
de renovar el pudor
de la noche,
tu curiosa manera
de renovar el pudor
de la noche,
la luna y
la mar,
tu forma de enamorar
la tarde negra y enternecerla
primaveral,
tu forma de enamorar
la tarde negra y enternecerla
primaveral,
poesía tu simpleza cercana al vacío
poesía lo que creas
nacido de mi boca:
poesía lo que quieras
que sea poesía, tú.
XXV
Tu aroma sin yugo
sabe -cuando roza mis ojos-
a noticia matinal de dientes.
sabe -cuando roza mis ojos-
a noticia matinal de dientes.
Tus dientes sin tregua
saben bajo mi lengua
a la premisa irremediable
de tu son(risa)
Tu sonrisa sabe a presagio:
a un "mucho gusto,
carcajada"
sabe a represión
absurda.
"Te conozco morisca"
suena a voz en eco
suena a voz en eco
de noche incitadora
Tu llanto
sabe a los dientes sin yugo
ni forma;
a un “te lo mereces”.
¡Sabe a tantas cosas tu aroma!
XXVI
Madre,
no busques a Dios en mis ojos,
mi fe se ha constatado
vacilante a esta hora de razones:
huye del amor
sin nombre en exceso,
de la insatisfacción
originaria,
de mi obsesiva
búsqueda de amores
mediocres
que no maten la perfección
que no consigo.
Madre,
a esta hora extraño
el deseo a la muerte,
el sacrificio bífido
de esa Virgen ahogada
bajo tus pies descalzos
indemnes.
Echo de menos
mi pecado:
La idolatría de amarte
más que a nadie (Dios)
¿Dónde estarán los Santos?,
madre,
¿Se habrá acrecentado su palidez?,
¿Se habrán cansado de llorar los sirios?
¿Aún sabrá a mar el agua de pila?
Mi sueño de misa,
madre,
es hoy
etérea costumbre de oficina;
Pero,
se acerca la hora:
el ofertorio,
el santo sin paz
Hija de Jerusalén,
Jesús ha caído dos veces
te pedirá que llores por mí;
Madre,
yo solo quiero que me beses.
XXVII
Mi grito es muchas cosas
tuyas y mías
Mi grito
es tu sonrisa anarquista,
tu mirada irresponsable
de un mundo nuestro
sobreviviente a tu prisa.
Mi grito son tus manos
dispuestas a la muerte
sin culpa ni pecado;
tu rebeldía indemne
a mis sobras éticas
de huracanes suspirados
Tiene de nosotros
mi grito,
los secretos divulgados
que erran por siempre
incomprendidos;
nuestros besos nunca dados
entre sueños perdidos.
Mi grito
es tal cual nuestro silencio,
libre de apariencias conjuradas,
inmune a la imposibilidad
poética y vulgar de mis palabras.
Tiene de mí el recuerdo
futuro de tus brazos,
de tu anhelo,
en mis labios controlado:
Tiene de mí
lo que la vida alienada en verso
me reserve a tu lado.
Mi grito se parece
a mí cuando
Callo.
XXVIII
No me dispongo a esperar
Ni tu risa
Ni tus besos
Ni tu calma
Ni los rezagos
de arrepentimiento
indebido.
Si no se agota tu amor
no me importan los tal veces…
No espero que la nostalgia
acuda escrupulosa a tu pecho
y te condene al recuerdo de mi boca.
Espero que al partir
sueltes carcajadas
te abras a la libertad
sin pena
y me olvides
sin culpa.
Que cuando vuelva el reloj
las sombras se hagan brillo
y rocíen tus rizos como magia.
Que resistas compadecer
mi probable existencia,
me dispongo
sin remedio y precaución
a no deberte
a entregar cada fragmento
de alma
cada beso negado
cada verso en espera
la sencillez de mi amor
la alegría, mi tristeza
para que así
cuando te vayas
en libertad y risa
no tenga que quedarme más:
Ni la pena
ni el olvido
ni el recuerdo
y en un suspiro
alegre del alba
me resigne a la vida
XXIX
Mi casa
es un inventario
de memoria,
un portafotos
Una alarma de ilusiones
Es el eco
cómplice de los secretos
errantes
como globos
de agua
parias por herencia
es el tic tac
y la angustia alegre,
la confianza en más tarde
el pudor
la culpa
Dios
Las promesa
de partida
Por eso no vuelvo
a mi casa,
añorar dos vidas
no es vivir
La película:
vista una vez
XXX
No sé en qué momento ocurre
pero sucede como un salto
que te conduce a la reflexión
del espectro
de lo que fuimos y seremos
En el vacío
una vez repleta la nostalgia
el recuerdo sin pena se revela
de otra estación
al interrogatorio familiar
Arquitecto, médico, astronauta,
edificios hospitalarios inter espaciales
veterinario, científico, inventor
lo que desees “mi amor”,
mientras sea de corazón
La ilusión debió tener otro nombre
debió ser otra cosa
quizá se dijo esperanza
E
l
s
a
l
t
o
reduce con furia el léxico
monosilábico:
Good bye
Dios
fe
Porque dos sílabas
exageran la simpleza
de lo que debió ser real
No sé en qué momento
pero ocurre
que asesinamos
el diccionario de sentimientos
donde el amor
se escribía en una letra
muda.
XXXI
Podría escribir un verso
copular el silencio heterogéneo
Podría sacrificar
la rima el sentimiento
el yo
mi sufrimiento
Podría narrar discursos
desnudar la metáfora
al borde de su nada
Podría
-Mas debiera-
revocar al hombre falo
ocupar su morbo
castrar su desengaño
doblar la esquina
suspirar un ay
hallarla y concertar
con la mujer-vagina.
Podría enloquecer
quitar la rebeldía :
fugar
asesinar
burlarme un rato de la vida
Podría extirpar la austeridad
Ofertar las piernas
Los brazos
Las muelas
mi risa mi canto mi corazón libre de reserva
podría el suicidio
hacerme un rincón
al borde del todo
si quisiera
si pudiera.
XXXII
Hambre y madrugada
prólogo del hambre del alba
presagio del hambre de la alcoba
pronóstico de la noticia del tiempo
preludio del hombre de pan y aurora
Hombre y mediodía
recordatorio de monotonía
retorno del hambre a la oficina
rumor de soledades concurridas
exordio de hombre preso en la rutina
Hombre de tarde
anhelo de las cinco del viernes
horas extras, promesas de quincena
alienación,
espasmo burdo de la muerte
resfrío de otoño sin tiempo ni espera
Hombre con hambre de noche
fracaso de rebeldía relegada
familia de costumbres reservadas
fuente de remilgos y jaquecas
falos autómatas sin gula y tregua:
coitus interruptus
la madrugada espera
XXXIII
El dolor pasa,
la calma pasa y se recuerda como antónima de la euforia que llega para pasar si no pasó el pánico.
La infancia pasa sin consciencia de arribo,
así como la juventud que se espera y no se sabe:
el amor,
los buenos momentos
pasan para dejar la nostalgia que se esfuma en la memoria por obligación;
para dejar que pase la vejez,
la enfermedad
y la muerte;
que en el momento menos esperado
también
pasa y nos deja el olvido que ha de pasar
nuevamente...
XXXIV
La radio murmura,
el cielo decae,
la bandera apátrida delira al son del cántico urbano,
los sones aspiran paranoia,
la fe se despide por cansancio.
Las teclas expiran,
los cuadros fallecen,
los bordes se funden al abismo de otros sin consciencia de suerte.
El léxico agoniza,
los versos se derriten,
los poemas descansan y el silencio arremete para vivir su muerte.
XXXV
Te edifico
te ofrendo
te emociono
Te reconstruyo
te sobrevivo
te descompongo
Te extraño
te olvido
te diluyo
Edifico recuerdos
sacrifico desganas
conmociono nostalgias
Reconstruyo la irrisoria contingencia
del diálogo imaginario
que nubla el espacio
roba tardanzas y apura
los fantasmas del llanto
Sobrevivo la pasión
atada al remordimiento
que se ahoga sin tiempo
junto a besos que no verán,
hijos de bocas tan dulces
como jamás serán
Te imagino
te contemplo
te ovaciono
Te exagero
te inmunizo
te propongo
Te escribo
te recito
te eternizo
XXXVI
Cuando el río desborde
su cauce
Cuando el yo
fecunde los pistilos
y las personalidades
se ahuyenten
volaré hacia mar
y arrojare el llanto
de la montaña que resbala
su ciclo entre lamentaciones
XXXVII
Ellos soñaron
ustedes descendieron
yo…
Ellos creyeron
ustedes dudaron
yo…
Ellos lucharon
ustedes huyeron
yo…
Ellos amaron
ustedes quisieron
yo…
Ellos mataron
ustedes hirieron
yo…
Ellos murieron
ustedes agonizaron
yo…
Ellos se absolvieron
ustedes se olvidaron
yo…
¿Yo?
Tercera persona y futura:
dejémoslo para mañana…
XXXVIII
Convulsión de culpas
oxígeno cargado de recibos
besos de morfina y útero
sueños que aplauden a la muerte
desfila la fotografía
de vanguardia
ante las gafas que ahondan
la ceguera al mediodía
Las galerías son mar
de marcos flotando en su propio
llanto
Los colores
se han disuelto afuera:
las suelas confiesan
la orgía nocturna en reposo,
dibujan el sendero
hacia la duda
al fin los contornos
se han roto
la expresión ha invadido
el mercado y el parque y
el remordimiento vuelve
en otra lengua para
chasquear el paso el tiempo
XXXIX
Corazón pentagramado
Estos no son mis versos
estas no son mis voces
esta glosa es partitura
que enjuga con tu aliento el llanto
Corazón pentagramado
estos acordes son la fortuna
necesaria del alma
que sangra noche
y ruboriza tu vientre
avergonzado
Corazón pentagramado
esta canción es el mito
de tu silencio originario
Corazón pentagramado
estos besos son tuyos
como el viento
de tambores y almizcle:
de versos voces partituras
que profanan mi llanto
Estos poetas tuyos…
XL
Yo que he frecuentado
funerales
por encargo,
puedo decir al fin
que la vida;
esa agonía testamentaria
esa hecatombe concurrida
de delirio antropológico
y destiempo
no me lacera el sueño
no me agoto de morir…
cantan los gallos la noche
brillan los búhos el alba
XLI
La muerte de la carne
sus huesos
La muerte de sus huesos
el polvo
La muerte del polvo
la lluvia
La muerte de la lluvia
el río
La muerte del río
el océano
La muerte del océano
el cielo
La muerte del cielo
la noche
La muerte de la noche
el sexo
La muerte del sexo
un orgasmo
La muerte del orgasmo
mi madre
La muerte de mi madre
mi llanto
mis ojos
mi hambre
resumiendo:
mi vida es un coctel
de holocausto y muerte
XLII
Aquella hoja marchita
abierta a infinidad de posibilidades
yace sobre el césped
caída una noche de verano
Aquella hoja marchita
bañada en humo y noche
cae en verano a elección
de posibilidades
Estas posibilidades
cien mil entre miles de
hojas marchitas deciden
que cae esta hoja
en una noche y de verano
Esta elección entre posibilidades
en una noche de verano
elige una hoja marchita
para un poema que cae
Esta hoja marchita
víctima de posibilidades
no es la misma que otras miles
caídas de noche y de verano
XLIII
Oigo la mirada entre el susurro de tu risa
y no la encuentro...
la busco mientras
se escurre entre las sombras que persigo
bajo mis pies que se agotan
junto al mundo,
que jadean ante esa negrura instantánea
que no sé capturar y se me esparce
en burla.
Y llega el eco alegre de tu aliento,
vital, seduciendo a espalda
de mis miedos
posponiendo mi hégira
al agnosticismo seguro de tu boca
que se esparce en la memoria
y la flagela.
Quedo desnudo bajo el odio sangriento
que me vence: heroico;
agotándome los párpados rendidos
que se abren expectantes y ansiosos
de aquel preludio maldito
y,
antes de la muerte,
te conozco:
veo tu luz visceral y es tan natural como siempre
preguntarme si,
mi destino, se enceguece o se ilumina:
desclavas mis cruces,
le doy la espalda a tus sombras,
se oye el aplauso de Dios,
y el acto,
cansado de repetirse tantas veces,
al fin termina.
XLIV
Me veo niño en el recuerdo azul de un lago,
cuya brisa se esparce entre la risa austera de mi madre,
huye de la melancolía y el silencio de las gentes,
que extranjeros miran,
sed y hambre:
sus ojos hundidos en la desesperanza
caen hastiados de odio,
me aprieto trémulo contra sus faldas de fuego,
mientras mi padre observa sentado a un escritorio...
Meditabundo, nos mira....
¿Piensa en el frío?, ¿En la tristeza?, ¿en el absurdo?
¿En vivir para nunca y estar olvidado para siempre?
Sus ojos agotados se entrelazan con los míos
y en la garganta estallan las lágrimas de la muerte...
Miedo, siente miedo...
Se escucha un llanto, mi madre corre, apresurada
mi hermana cesa y se oye un canto, suave
solo he quedado, colgado a la puerta miro
la calle ajena que solitaria duerme, grave...
XLV
Yo que creía haber pactado una tregua
indefinida en la guerra contra mi existencia
veo desplomar el placer sobre
la moral libre de compasión y pecado
este golpe bajo de la muerte
que se ríe ante el espasmo de la noche
expande su halo entre camillas
cargadas de histeria sueño y espera
tanta risa tanta angustia tanta pena
se escapa de este instante aislado
su sola vida es doble muerte
su sola muerte es doble llanto
se reduce la vida
a muerte
a llanto
se concentra el llanto a la muerte en vida
y la vida es llanto
yo que creía haber despedido
esta enajenación de espíritu
este holocausto de remilgos
confieso que el miedo no entiende tiempo
y razón
¡Dios!
¿Dios?
Yo, ¿Qué creía?