Contemplo en los rasgos de tu risa
un no sé qué que invade mis suspiros
y me eleva al infinito, diosa madre,
con esa callada risa que adoro,
con esa pulcritud inescrutable
que hoy me regala la vida.
Eres hermosa así, y me complace
observar la suavidad de tu piel
a través de esta jornada
que me acercó a tus labios
para besar el silencio de tus manos
y sentir tus latidos en mi pecho
con apasionada mansedumbre...
