Manchan tus pasos desdeñados
que avanzan timoratos
a la duda,
la irresolución y las
sombras,
la codicia descomunal
de un afín
que regula el daño
colateral
como un riesgo menor
por sus apetencias.
Esa nube asfixiante
va borrando la risa tangible
de la faz contrita de
generaciones venideras
que crecerán sin
crecer
ya olvidaron sus
sonrisas.
Mientras esta tarde
ensimismada
se yergue con sus celajes
de fuego
y mira atónita la inoportuna
presencia
de quien fue
desplazando a su hermano:
ese Cristo de hoy que
parcamente late
cargando sus cruces
cotidianas
al Gólgota perenne de
sus inciertos días.
Y no hay más día
la luz, una utopía
y la vida, un suspiro
que se esfuma.
© Amado Muñoz Cuchca