27 nov 2014

EVA


¿Qué dios te moldeó
con sus etéreas manos,
qué espíritu en bondad
infundió su hálito vital
sobre tu intacta forma?

¿Qué luz pudo alumbrarte
si brillas cual estrella,
qué aurora te anunció
si eres desde siempre?

Cuando la noche cae,
me ofrecen tus pupilas
el fruto prohibido y palpitante
que me induce a la vida:
¡Nuestra vida!

Y vago, errante y taciturno
por el edén prohibido de tu vientre,
poblando de simientes inefables
los surcos virginales de tus sueños.