23 jul 2014

ESPERA


Tu silencio infinito
de inmarcesible diosa
me condenó al olvido
y vagué inconmensurablemente
en pos de una caricia
por el edén prohibido
de tu piel no imaginada.

Hoy esbozo aquel reproche
y mi voz entrecortada
se sume en la impaciencia
y masculla su dolor y su congoja.

Ven a mis brazos corazón,
ven cuando vengas;
no dejes que el dolor me dilapide
y mis latidos desfallezcan
irremediablemente.