que apilados yacen,
víctimas de algún Herodes
en el suelo que no
es suyo
ni de nadie,
si fueses mío (hijo
de mis entrañas)
no sé qué hondo
dolor
taladraría mi
existencia:
solo imaginarlo traspasa
mi quietud
y un llanto amargo invade
mis latidos.
Hijos del mundo
sin terruño ni
abolengo,
con los ojos entreabiertos
y oraciones
inconclusas
que nadie oyó
por el ruido de las
balas,
alguien derruyó tus
sueños,
y dejó tus juegos
truncos.
Pido perdón en nombre
del cobarde
que hizo estallar
tu paz
y mutiló tu
inocencia.