22 jul 2014

ÉXODO














No puede más mi dolor
y clama esta pena.

Emigras de tu tierra derruida
a la que ningún dios te ha prometido,
sin volver la vista atrás,
Moisés de estos días contrariados.

Dejas atrás tus muertos
desertando de la muerte,
dejas al olvido tus recuerdos
abandonando el tronar de los cañones,
dejas a media luz tu habitación
por si alguien quiera ver tu soledad
(y al esparcir tímidamente estos versos
mi alma se conmueve, gime y llora).

Tal vez un niño
(si es que aún quede alguno)
te pregunte:
por qué abandonas tu ayer
tu suelo que te vio soñar;
por qué emigras de una culpa no efectuada
por qué la sangre de tus ríos ya no lloras.

Escabullirte de tu heredad a un sitio ignoto
es un castigo atroz,
inmerecido;
un desembolso innecesario
un suicido social
una vergüenza planetaria
que  debe inducirnos
a gritar a viva voz este reproche.